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16 de febrero de 2016

Luna llena


           Siento placer paseando en estas noches tempranas de invierno, mientras la lluvia y el viento me azotan el rostro.
           La oscuridad ha llegado, solo la luna me deja vislumbrar con su reflejo como sigue latiendo el corazón de la Naturaleza en esos pálidos brillos, sobre las olas que baten finalmente en la playa.
           Sin embargo, el golpear del oleaje hoy ya apenas se siente, solo se adivina, ya que es el viento el que ha tomado el protagonismo de la noche, rugiendo con desesperación. Temo, por momentos, que una ráfaga me va a arrastrar y lanzarme sobre el mar infernal, y que desapareceré tras las espumas, tragado por la inmensidad de la tormenta.
           Pero amo la vida demasiado para ceder a esos cantos de sirena que me atraen al borde del precipicio, y me resguardo, asustado y prudente, tras la arboleda que sufre con resignación el castigo de ese viento terrible, desatado.

1 comentario:

  1. Precioso el texto Carlos.
    Es cierto, a veces cuesta resistirse ante ese espectáculo.
    Esa foto tiene una ambientación mágica.
    Un saludo!

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